Convocatoria

La centralidad que ha adquirido la pantalla en la última década implica un cambio cultural -no sólo tecnológico- de carácter cualitativo, y marca un punto de inflexión en el proceso masivo y generalizado de digitalización. No nos referimos a los contenidos emitidos por la pantalla, sino a la pantalla en sí misma, entendida como un fenómeno que merece una atención diferenciada y específica. Con la excepción, cada vez más reducida, los libros y los periódicos de papel, la práctica totalidad de la información es consumida hoy a través de una pantalla: la del teléfono móvil, la de la tablet, la del ordenador, etc. Este cambio implica una transformación que va más allá de los productos audiovisuales o de los hábitos de consumo informativo. Lo que hace, en realidad, es modificar la misma naturaleza de la información. La pantalla implica conexión. Cada vez más, implica también interacción, sea con la información (hipertexto, etc.) o bien, directamente, con las personas que la generan (redes sociales, etc.) El papel actual de la pantalla no es comparable a cambios culturales como los provocados por la imprenta, la fotografía o las ondas hertzianas, pues los contiene a todos: leemos textos en una pantalla, miramos fotografías en pantalla, escuchamos la radio a través de la ordenador, etc. Los estudios de Roger Silverstone sobre la naturaleza específica de la pantalla abrieron un camino muy importante. Es curioso que algunos aspectos relacionados con el fenómeno fueran descritos antes de haberse materializado masivamente a nivel tecnológico. La metáfora o imagen abstracta de una conexión íntima y casi física entre el emisor y el receptor es muy anterior al iPad o el iPhone desarrollados por Steve Jobs. Baudrillard, e incluso McLuhan, ya utilizaron esta imagen, justamente para remarcar su especial naturaleza. “A diferencia de la fotografía, del cine y de la pintura, donde hay un escenario y una mirada, tanto la imagen de vídeo como la pantalla del ordenador inducen a una especie de inmersión, de relación umbilical, de interacción táctil, como decía ya McLuhan de la televisión “, afirmó Baudrillard 1997 en Écran total.

La identidad performativa posmoderna sufre una transmutación irreversible a mediados de la década de 2010, cuando la pantalla se convierte en el epicentro de la construcción del yo, de la identidad personal. Mucho antes, algunos comunicólogos como David Bohm ya habían alertado, en relación a la noción clásica de diálogo, que la frontera entre la hipercomunicación y la incomunicación era más tenue de lo que parece. Con la irrupción masiva del iPhone en 2007, el iPad en 2010 y de sus numerosos y omnipresentes sucedáneos, la pantalla deja de ser sólo un emisor, como el cine, la televisión o los ordenadores convencionales. En todo caso, el papel de la pantalla actual tampoco puede reducirse a una mera suma o integración entre emisor y receptor. La idea de interacción tampoco permite explicar el fenómeno en toda su complejidad. La pantalla, en realidad, se convierte en una membrana, es decir, en algo que sirve simultáneamente para unir y para separar. El grupo de adolescentes que, a pesar de estar físicamente juntos, construyen su identidad tras el parapeto de la pantalla de un teléfono móvil, muestran hasta qué punto esa pantalla es, en realidad, algo equidistante a una barrera separadora y a un vínculo de unión. Esta nueva identidad ya no es -ya no puede ser- performativa, ya que no depende de la propia asertividad y, por supuesto, va más allá de la noción de virtualidad.

La característica principal de esta transformación de la posmodernidad tardía radica, pues, en la centralidad  de la pantalla, que deja de ser un medio para transformarse en un mediador. Todo sale de la pantalla, y termina amalgamando a diversas generaciones en un mismo contexto tecnológico: el sonido de los viejos discos de vinilo de nuestros padres con el de nuestros no tan antiguos compact disc; las imágenes en blanco y negro del celuloide de nuestros abuelos, las fotografías y vídeos privados, las del DVD, las de los videojuegos de nuestros hijos. Esta confluencia intergeneracional puede producir vértigo cuando contemplamos, ya en el límite, los retratos fotográficos de personas nacidas aún en el siglo XVIII, que ahora emergen de la pantalla de nuestro ordenador como una aparición. No llegan quizás a un centenar, pero la digitalización de aquellos viejos daguerrotipos y su aparición en nuestra pantalla tiene algo de manifestación numinosa o sobrenatural.

Las consecuencias de estos y otros cambios cualitativo aún son difíciles de evaluar. Afectan cosas tan diversas como las industrias culturales y los productos que ofrecen, pasando por transformaciones radicales en los planteamientos pedagógicos tradicionales o por el destino de la información no digitalizada, que pasa a formar parte de un inmenso yacimiento arqueológico al que nadie accede. La próxima edición del “Congreso Internacional Comunicación y Realidad 2017” propone el tema Realidad y pantalla: un espejo postmoderno. Invitamos a académicos, profesionales y estudiantes a realizar un ejercicio de prospectiva que contribuya a dar respuesta a las siguientes preguntas ¿Cuáles son las perspectivas de futuro de este nuevo estadio de la sociedad de la información? Se trata de cambios irreversibles o, como ha ocurrido con el regreso del vinilo, aunque pueden ser objeto de un replanteamiento? Podría ser que, a largo plazo, la pantalla se convirtiera la vía de acceso a la información de los pobres, mientras que las clases acomodadas optaran por el libro de papel en vez del PDF o por el disco en vez de un archivo mp3? Aunque muchas de las cuestiones planteadas ya se han empezado a manifestar con claridad, hoy estas y otras preguntas sólo pueden ser tratadas desde un ejercicio de prospectiva como el que se propone en este congreso. Es importante reiterar que su objetivo no es estudiar los productos que consumimos a través de la pantalla sino la pantalla en sí misma, en su doble condición de ventana moderna y espejo posmoderno.

Se proponen los siguientes ámbitos de discusión

  • Transformaciones sociales originadas o relacionadas directamente con la centralidad de la pantalla (redes sociales, comunidades virtuales, etc.)
  • Transformaciones económicas originadas o relacionadas directamente con la centralidad de la pantalla (prensa, industria editorial, etc)
  • La pantalla interactiva y las posibles transformaciones en el ámbito del cine y la televisión
  • La nueva publicidad pensada específicamente para la pantalla interactiva
  • El periodismo y los nuevos flujos informativos asociados a la pantalla 
  • La redefinición de las nociones de realidad y virtualidad desde una perspectiva filosófica.

 

Convocatoria específica para paneles:

Panel 1 (In English): “Screening Religion. Authority in new frames”

Convenor: PhD. Miriam Diez and PhD. Tim Hutchings (Ramon Llull University and Stockholm University)

The screen is the new temple, the place where communities could be shaped, experiences are shared and initiatives are developed. Screens are also places where proposals are made and desires are exchanged. This panel asks how the incorporation of screens into religious practice has impacted the patterns, structures, strategies and perceptions of religious authority. What does it mean to have “religious authority”, in an age of screens? How is authority visualised and put into practice online? How is it respected, disrespected, resisted or evaded? How are those with authority in offline religious communities working to extend their authority online, and where are new authorities emerging?

Panel 2: (En castellano y catalán): “Liderazgo. ¿Las religiones fichan a influencers digitales?”

Coordinadores: Dra. Miriam Diez y Dr. Josep Lluís Micó (Ramon Llull University)

¿Están preparados los líderes espirituales y religiosos para seguir siendo un referente en internet? ¿Se vehicula este liderazgo de manera diferente en función de la pantalla virtual en la que nos encontramos? Los influencers (youtubers, bloggers…) son una amenaza real para el establishment religioso? ¿O se complementan y llegan allí dónde no alcanzan los líderes convencionales? De igual modo que industrias o sectores como el de la comunicación o la moda han captado y absorbido –y, por lo tanto, desnaturalizado— a los influencers que operaban al margen del sistema, ¿pasa lo mismo en el caso de las religiones? ¿Hay fichajes de influencers religiosos?